viernes, 7 de mayo de 2010

En mi pequeño retiro...

Lo mío es flotar, porque todos flotamos, así decía mi payaso favorito.

El creador exigió le devolviera lo que me había prestado, alguien me robó la luz, solo hay oscuridad, la nada me cobija aunque curiosamente me siento liberado, no tengo dolor ni gozo, he perdido mis sentidos; pero mi pensamiento se acelera. ¿Pero dónde estoy?, ni siquiera sé si estoy muerto, debí preguntarle a ese espíritu que invoqué jugando Ouija como se sentía morir.

Y que sorpresa, ¡público!, estoy en coma.

Aunque me agrade este vacío tengo que regresar porque estoy fuera de mi, pero algo raro sucede he sentido ese cosquilleo en los brazos, ese calor en mi pecho, huelo el rocío y me sabe dulce en la lengua, creo que no estoy despierto porque todo está muy confuso, quiero gritar estoy entrando en desesperación ya siento mi respiración sofocándome, mi corazón está palpitando como un tambor de feria, que mal me siento jamás pensé que regresar fuera una experiencia tan espantosa.

Alguien me inyectó, he sentido ese piquete en mi brazo y esa voz, esa voz que con tono solemne suavemente me implora que me calme, repite: -“cálmate muchacho, ya lo peor pasó, estas reaccionando al medicamento, puede que te hayas sentido muy cómodo en tu retiro; pero tenías que volver con nosotros”-. Ahí me di cuenta, mi sueño de inmortalidad era un simple efecto psicotrópico, me siento defraudado, ahora hago la pregunta del millón: -“¿doctor, porque no veo?”-. El doctor después de dudar en el tono de su voz y sentirse presionado responde: -“hijo, te hemos salvado de un paro cardiaco causado por una subida estrepitosa de azúcar, acabas de salir de un coma de cuatro días y pues, lamentablemente, tu vista quedó comprometida”-.

Que decepción, que manera de echar a perder mi futuro. Y en este momento estoy hecho con la vida, ya no la quiero más; pero soy un inútil en toda mi envergadura que ni siquiera puedo escapar de mí. –“doctor, no permita que mi madre me vea así, le he hecho pasar tantas cosas y ahora que a mí mismo me he jodido, ella será a quien le dolerá más”-.

Ahora he despertado, mi madre está a mi lado, mi padre, mis hermanos; pero yo he perdido algo, ya no me siento igual y peor aún, no sé cómo llorar porque la experiencia más placentera me ha salido demasiado cara. Ahora estaré condenado de por vida a una enfermedad que me destruirá lentamente quitándome mi humanidad hasta volverme un guiñapo.

Voy en el asiento de atrás del auto, nadie habla conmigo, solo siento la inercia que me lleva, aun me siento mareado, extraño sentirme como antes, mientras flotaba y toda mi existencia me daba igual. Todo está oscuro, y ese silencio, como odio el silencio, el zumbido en mis oídos me están dando nauseas, no soporto este aislamiento, creo que ahí viene uno de mis ataques, mi respiración se agita otra vez, aprieto mis manos dejándome marcas en las piernas y ruego a ese poder celestial que me brinde alivio, porque en este momento ya no tengo nada bajo mi control.

Y no sé cómo, pero ha sucedido…estoy llorando.

Qué extraño es llorar en la oscuridad.


Al menos ya me siento mejor, se me nota en los ojos, lo he logrado el paisaje se torna borroso, las gotas pegadas en mi ventana van deslizándose en picada hasta su final.

He vuelto a nacer, más defectuoso que antes.

No hay comentarios: