jueves, 4 de octubre de 2007

En La Guerra Y El Amor

Parte 2. Amor

Vamos a ver, Dra. Fernández en este momento de emergencia podemos decir que es las más adecuada para ayudarnos, y como no estamos para formalismos, acompáñenos.

No se que sorprendió al miembro de la milicia, si fue la manera en que lo esquivó cuando el teniente se metió en su apresurado camino hacia la recepción del hospital, si fue la frase grosera que ella expresó entre dientes; si fue la manera en que con un bisturí y una pinza quirúrgica ligeramente desinfectadas sacó la bala del hombro de un soldado o talvez haya sido el cabello castaño recortado hasta el final de sa nuca que perfectamente hacían juego con unos cálidos ojos cafés. Lo importante es que ella comenzaría un corto viaje que cambiaría su vida.

Mientras tanto, entre los cerros entre de Chalatenango los hombres que comandaba el teniente Turcios emprendían la caminata hacia la comandancia donde debían reportarse. El paisaje era hermoso, el olor a pino tenía un efecto relajante, perfecto para distraerse de la guerra, perfecto para caminar, perfecto para una emboscada………..

De repente, entre los árboles se escuchó una ráfaga de magnitud ensordecedora, aquel pacifico silencio fue ultrajado. Realmente sabían lo que significaba; no había duda había comenzado el juego de sobre vivencia.

El teniente gritó: Emboscada, son los subversivos!! Todos a sus posiciones!! mientras colocaba a sus soldados en formación de ataque, se aferraba a su siempre fiel M-16 porque sabía que no hay ser superior que evitara este enfrentamiento.

Y abrieron fuego; pero parecía como si el mismo bosque estuviera encantado, no podían ver al enemigo, llegaron a imaginar que eran los mismos árboles los que les disparaban sin descanso; el poder rebelde hacía alarde de su ventaja. Y de repente se detuvo, sin razón aparente, solo dejaron de disparar. Uno de los miembros del contingente gritó. -¿Y eso es todo? A ver grandísimos pendejos, den la cara a lo que el teniente respondió: -Hijo de puta!! Callate!!- y se arrepintió al momento de decir lo, pensó en haberle dicho algo menos brusco, al menos si hubiera sabido que esas serían las ultimas palabras que su subordinado escucharía antes que una bala atravesara su garganta arrancándole prácticamente la cabeza ante sus ojos.

Por esa razón la Avtomat Kalashnikov, modelo 1947, mejor conocida como AK-47 es el símbolo de todos los grupos insurgentes alrededor del mundo.

Después de tres horas y media de correr en medio de la montaña hasta el punto de encuentro ya solo quedaban cuatro hombres de los nueve que empezaron el recorrido, debían correr hasta que salieran de los matorrales a campo abierto, lo que el teniente suponía como una gran desventaja se convertía en la única opción para sobrevivir.

En las afueras de San Salvador, la Dra. Fernández para su gran sorpresa se dirigía en una patrulla hacia el aeropuerto de Ilopango. Al bajar del vehículo ella miraba sorprendida a su alrededor, solo había cambiado de escenario, era el mismo caos; pero no tuvo que pensar mucho ya que inmediatamente se le colocó unos cuantos dispositivos de seguridad, debido a la falta de recursos un chaleco antibalas sería suficiente para el viaje, delante de ella esperaba el transporte, un helicóptero con bandera de Cruz Roja listo para despegar.

Al abordar el comandante Batres se dirigió a la doctora y le dijo: Se que esto puede ser incómodo; pero ruego su comprensión, necesitamos que nos acompañe, iremos donde alguien a quien tenemos que ayudar. A pesar del gran ruido que provocaban los motores del aparato la doctora escuchó y se sentó apropiadamente mientras susurraba a si misma Dios mío, dejame regresar con bien.

En los cerros, eran las 11:17 a.m. el sexto combatiente caía, justo cuando corrían entre los matorrales, el teniente Turcios -Aquí estoy, huyendo, al menos mientras corra me mantendré vivo, mis compañeros de Morazán ya deben estar muertos, los altos mandos sabían que si la guerrilla se había retirado no era por gusto- parece ser que la mañana negra no tenía final. Los disparos cesaron de nuevo, algo que en verdad perturbó a Turcios, era un mal presagio.

Mientras los tres aun vivos formaban un círculo apuntando con sus fusiles a la vegetación que los rodeaba, el viento empezó a soplar más fuerte, más fuerte y más fuerte hasta que disipó la maleza alrededor, el helicóptero había llegado.

Un alivio contagió a los miembros cuando corrían hacia el vehiculo aéreo, hasta que comenzaron los disparos.

Rápidamente abordaron mientras el teniente Turcios vigilaba la retaguardia, apuntando sus disparos a la maleza. Colocó su primer pie en la baranda y entonces sucedió.

La vió a ella, la doctora estaba sentada al centro y el tiempo se detuvo para él, casi como un reflejo saltó hacia adentro del helicóptero. El teniente se había quedado sin aliento, al contemplar su cara, al sentirse a salvo, al caer herido repentinamente en el piso de la nave escupiendo sangre.

Y mientras se elevaban alejándose de la muerte era indignante no poder festejar, el teniente estaba herido y parecía de gravedad. La doctora se apresuró a él y comenzó a darle los auxilios necesarios; con ayuda de los sobrevivientes colocaron al teniente en posición correcta, las heridas y roces de bala no les impidió ayudar a su líder.

La doctora comenzó su trabajo, abrió su improvisado botiquín, cortó la ropa y limpió la herida mientras hacía presión sobre ella. Era un agujero en el pecho del tamaño de una moneda de $0.05. Por la turbulencia y la falta de recursos, ella le dijo a Batres : -No tiene muchas opciones, tendré que hacer algo drástico- y fue cuando ella lo hizo.

Se escuchó un grito ahogado del teniente mientras se le colocaba el oxigeno de un tanque, el comandante miró sorprendido lo que había tenido que hacer la doctora para mantener con vida a su paciente, tenía dos dedos de su mano izquierda dentro de su tórax, una jugada muy arriesgada, esperando que no tuviera una herida interna muy grave solo pensó: -Casi puedo tocar su corazón-.

El comandante preguntó: -Cree que él pueda soportar hasta llegar al hospital- a lo que ella respondió: -Solo queda esperar que todo salga bien- y por un momento le pareció ver que una ligera sonrisa desvanecerse en el rostro del teniente. Por alguna extraña razón eso la hizo sonreír, algo que no hacía desde hace 32 horas; así que solo se mantuvo en esa incómoda posición mientras veía como se acercaban a la capital, mirando el horizonte que envolvía el convulsionado paisaje.

Ya han pasado muchos años después de ese incidente, como muchos otros, solo es un mero recuerdo de quienes los vivieron. Y ahora que la doctora Fernández recuerda esos hechos, solo puede sonreír como lo hizo aquella vez y sin querer comienza a llorar, entre lágrimas y más lágrimas se contempla en el espejo revisando su peinado que tiene que estar perfecto para la reunión familiar, bajando las escaleras la esperan sus hijos, fruto de un sólido matrimonio.

Detrás de ella solo se escuchan las palabras de su esposo diciéndole: -Si te ves bien, bajemos ya, ¡tengo hambre!-. Ni modo, no siempre se pueden esperar frases bonitas de un teniente de la Fuerza Armada.

De lo que no puedo dudar es que cada cosa que se dicen, toca directamente el corazón, igual que aquella vez cuando se conocieron en el aire.

FIN

PD: Esta historia está basada en hechos de la vida real, los nombres han sido cambiados para proteger la identidad de sus protagonistas

3 comentarios:

Anónimo dijo...

hay jerick esta de pelicula!!!!!!!!!....sin palabras, en serio esta de novela no se auuwwww!!!!...me encanto...serio q si =D....!!!!!JELICIDADES LO MEJOR HASTA AHORA PA MI xD

Anónimo dijo...

hmmmm :O quien dijera que esta iba a ser una linda historia de amor.. muy muy bonita. me gusto bastante!!. ya te vas a hacer novelero!.

Anónimo dijo...

ya veo ... que de algo han servido tantas !!! Horas frente a la tele... ta bonita la historia.... no pense que terminaria en un final feliz..!!! pero te kedooo bien chivoooo!!! jeje lupi...!!!! f. MaCkitoO XD